¿Quién realiza este trabajo?
Quienes reúnen el valor para dar el siguiente paso y unirse a este trabajo descubren algo inesperado: a pesar de sus diferencias, forjan las amistades más cercanas. Lo que los une va más allá de la edad, la cultura o las circunstancias, pues está enraizado en lo más profundo de su ser.
A lo largo de los años, me ha maravillado la gran variedad de personas que se sienten atraídas por este trabajo. Desafía toda expectativa. La ciencia atrae a las mentes analíticas, la poesía a los amantes del lenguaje, el derecho a quienes piensan en reglas… pero este trabajo trasciende cualquier categorización. He visto ingenieros y artistas abordarlo con la misma pasión, emprendedores y monjes, adolescentes y jubilados, religiosos y escépticos, exitosos y con dificultades. He recorrido este camino junto a quienes miran hacia arriba desde la escasez con hambre, así como junto a quienes miran hacia abajo desde el privilegio con vacío interior. Sus orígenes siempre resultaron irrelevantes. A pesar de sus diferencias, todos llegaron al mismo punto muerto, a un momento en el que ni sus propios esfuerzos ni ningún conocimiento convencional podían ayudarles a romper el techo. En busca de una salida, vinieron desde los rincones más distantes de la experiencia humana hasta la misma puerta.
Tomemos el ejemplo de un joven recién graduado, enfrentado al abrumador desafío de trazar su futuro. Observa a sus compañeros tomar decisiones importantes con una seguridad envidiable. Uno se inscribe en un máster en finanzas, otro planea un viaje con mochila por Sudamérica, y un tercero se une a un ashram en la India. Él, desconcertado por la confianza que sus compañeros demuestran, se siente paralizado por la indecisión. El camino financiero le parece desalmado, el viaje sin rumbo, la búsqueda espiritual pretenciosa. A medida que aumenta la presión por dar su próximo paso, se da cuenta con creciente desesperación de que carece de las herramientas para orientarse en decisiones tan cruciales. Su educación lo preparó para exámenes, no para la vida real. ¿Cómo puede conocerse a sí mismo y usar ese conocimiento para navegar en la vida? A través de la puerta de esta frustración, llega a este trabajo.
Practicantes de Old New Method visitando Eleusis, Grecia
O pensemos en una madre que grita a su hija de cinco años por derramar jugo—exactamente la misma reacción que sus propios padres tenían en incidentes similares y que ella detestaba de niña. El darse cuenta la golpea como un impacto físico. Mientras observa las lágrimas de su hija reflejando su propio dolor infantil, siente un deseo desesperado de ser diferente. Años de terapia no evitaron que repitiera los mismos patrones que juró romper. Pero debe haber una manera de liberarse del control de esos comportamientos habituales, de dejar de permitir que tomen decisiones por ella. Por una puerta distinta, ella también llega al mismo umbral.
En circunstancias muy diferentes, un hombre de mediana edad se encuentra sentado en una fría celda de prisión. El trabajo de contrabando de drogas debía ser su boleto para salir de la pobreza, un riesgo de una sola vez para lograr estabilidad financiera. En cambio, le ha costado un año de condena y un historial criminal que lo perseguirá para siempre. Mientras observa las paredes grises, repasa la secuencia que lo llevó allí: los trabajos que no llevaban a nada, las deudas crecientes, la desesperación que hizo que un atajo ilegal pareciera justificable. ¿Cómo puede escapar de ser arrastrado constantemente por las circunstancias? ¿Cómo puede aprender a responder en lugar de reaccionar? Esta dolorosa epifanía, nacida en la cruda realidad de su encierro, abre otra puerta.
O consideremos a una ejecutiva ambiciosa que corre al hospital para ver a su padre moribundo. Él fue atropellado por un coche y sufrió heridas de las que no sobrevivirá. Sus últimas palabras—“¿Es esto todo lo que la vida tiene para ofrecer?”—resuenan en su mente mientras conduce a casa entre sollozos. El impacto despierta en ella una autointerrogación que había reprimido hasta ahora. ¿Por quién llora? ¿Por su padre, que ya no siente dolor, o por ella misma? ¿Y no ponen sus últimas palabras en duda toda su vida? La incesante escalada en la jerarquía corporativa, la educación cuidadosamente planificada de sus hijos, las vacaciones familiares meticulosamente organizadas… ha seguido al pie de la letra el modelo social del éxito, y sin embargo las últimas dudas de su padre revelan un fallo fundamental en ese enfoque. Al llegar a su casa, la visión de su perfecta residencia suburbana se siente repentinamente vacía. ¿Qué tiene realmente la vida para ofrecer? Ella también encuentra su puerta.
Otro ejemplo: un hombre jubilado ordena sus pertenencias, tratando de reducir lo acumulado. Encuentra una foto suya en su mejor época—seguro, ambicioso, lleno de sueños. El abismo entre esa figura vibrante y su yo actual se abre como una grieta. ¿Cómo todos esos sueños se redujeron a tan poco? ¿A dónde se fueron los años? ¿Y qué puede hacerse con el poco tiempo que queda? Su despertar no llega demasiado tarde. De esa tierra aún puede brotar algo que no habría podido surgir de otro modo. Él también se encuentra con los demás—el graduado, la madre, el prisionero, la ejecutiva—en el mismo umbral.
Practicantes de Old New Method visitando Luxor, Egipto
Quienes reúnen el valor para dar el siguiente paso y unirse a este trabajo descubren algo inesperado: a pesar de sus diferencias, forjan las amistades más cercanas. Lo que los une va más allá de la edad, la cultura o las circunstancias, pues está enraizado en lo más profundo de su ser. Y en este esfuerzo compartido, la diversidad que podría haberlos separado se convierte en su mayor fortaleza. El artista ve lo que el ingeniero no puede; el jubilado reconoce lo que el adolescente pasa por alto. Se vuelven, unos para otros, espejo y guía. A pesar de haber venido desde los extremos más lejanos de la experiencia humana—a pesar de haber sufrido la soledad de su búsqueda—una vez que entran, ya no caminan solos.
